lunes, 19 de enero de 2009
Ser uno mismo.
Pareciera que todos son dueños de sus vidas. En cambio son pocos los que son verdaderamente dueños de sus propias vidas. Y ésta es la causa de muchas tristezas, depresiones, descontentos, ansiedades y angustias. Tenemos la impresión de que no llevamos las riendas de nuestra propia existencia. Y eso no nos gusta. Sentimos que nuestra vida está en otras manos y que no la dirigimos como verdaderos dueños. Aduéñate de tu vida. Es tan importante y consolador que bien merece el esfuerzo. Si esperas que los demás decidan por ti. Si culpas a otros por tus errores y desgracias, Si no te conoces, amas y respetas de verdad a ti mismo. !. Cuanto más dueños nos sentimos de nuestra propia vida, menos necesitamos imponer, dirigir y controlar a los demás. Un maestro de la antigüedad ya escribía hace cientos de años: “Si yo no me pertenezco a mi mismo, entonces ¿ quién puede pertenecerme? Y si soy únicamente para mí mismo, entonces ¿qué soy?”. Y si todo esto no lo hago ahora, ¿cuándo?. Muchos piensan que sintiéndose pobres, sumisos, débiles, humildes Los demás los amarán más y aceptarán mejor. Muchos piensan que sintiendo y pensando como los demás son mejor aceptados por ellos. Muchos piensan que siendo dueños de sus vidas con verdadera libertad interior se sentirán aislados y nadie los ayudará, olvidando que cuanto más dueños somos de nuestras vidas más damos y mas recibimos. Muchos piensan que hacen un gran favor y obsequio estimable al otro, cuando dicen: “Sin ti mi vida es nada. Sin tu amor no soy nada”. Si es así, el único que vale es el otro. Ellos sólo le ofrecen lo que son: nada.
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